¿Es cierta la historia que leemos y aprendemos en la escuela? ¿Qué pasa si un día te levantas y descubres que la gente cree en mentiras y que hasta el maestro y el profesor de la universidad cuentan cuentos chinos? ¿Esta comprensión hará que los individuos piensen? ¿Quizás esto le haga cambiar de opinión sobre el tema en cuestión? Tal vez uno se cambie un poco a sí mismo. ¡Es tan difícil! Hacer que alguien piense en lugar de reaccionar emocionalmente, instintivamente y de memoria. Es tan difícil en un mundo de comercialidad y plantillas. En un mundo que fue moldeado por los poderosos de ayer y está siendo moldeado por los poderosos de hoy.

Cualquier persona con plena convicción puede explicarte por qué las cosas son como son. Puede decirte quién es, su familia, sus vecinos. Tal vez de dónde vienen y qué problemas tuvieron sus antepasados. ¿Qué ocurre cuando se sustituye esta información? ¿Cómo le explicas eso? ¿Cómo se mira a los tuyos que te dicen que no tenéis nada en común, como si les hubieran lavado el cerebro, mientras tú les dices lo contrario? Cuando los miras, puedes ver su profunda convicción. Una creencia cuyos principales argumentos son la negación, la agresión y la violencia. ¿Qué hacer en esta situación?

Ojo por ojo, diente por diente, como dice el Antiguo Testamento. Si alguien te da una palmada en la mejilla… Si un hombre te roba una camisa, dale dos…. ¿Y si no puedes hacer ninguna de las dos cosas? No debes dejar que te roben. No puedes ir contra tu propia gente. ¿Qué haces entonces? No puedes dar más de lo que tienes. ¡Ya estás en el límite! ¡Ya no puede ser así!

¿Quién es tu adversario y cómo reaccionarías si los que te insultan e intentan robarte son las víctimas que tienes que salvar?

¿Cómo se lucha cuando se está solo y hasta los propios son extraños para uno? Sólo hay un camino. Todos los días. Te levantas y te acuestas con un propósito. ¡Este objetivo es la victoria! ¡Victoria sobre la vulgaridad y la mentira! No os rendís, porque vuestra lucha es una lucha por vuestros hermanos y vuestro pueblo. Ya no podemos permitirnos el lujo de decir que si pierdo, sólo me pierdo a mí mismo. Cuando perdemos, nos perdemos a nosotros mismos y todo lo que tuvimos, somos y podemos ser. Si gano, no gano nada, pero ganamos todos. El mundo ha cambiado desde la época de Levski. Tal vez no nos hayamos dado cuenta. Lo único que es igual es que cuando el guerrero está solo, sigue siendo un guerrero.

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